jueves, 17 de noviembre de 2011

Por...

Joaquín Sorolla
Por tu mirada, que me llena. Por tus besos, que me protegen. Tus manos, a las que me pegaría. Porque eres bueno, profundamente bueno. Incluso cuando sacas el genio, eres profundamente bueno. Porque tu cara cambia cada vez que me sonries. Y tus ojos se vuelven enormemente cálidos cuando me miras con atención. Porque una suerte de imán siempre me devuelve allá donde estás tú. Porque mi cuerpo tiembla ligeramente mientras me acerco a ti. Mis ojos te buscan y mis sentidos siempre quieren estar contigo y charlar y sentir que estás cerca. Por sonsacarme sonrisas, y risas. Por todas estas razones me pareces guapo. Por mis razones. Las que deben ser, las mías.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Actitudes magistrales.


Johannes Vermeer


Arrancar una sonrisa a quien sólo quiere llorar. Dar un abrazo a quien te falla por cuarta o quinta vez. Volver a llamar a quien te ha colgado el teléfono. Tres ejemplos de actitudes magistrales.

Hoy sólo te pido que me quieras, que me quieras mucho. Y, con ese amor, que me parecerá increíble, construiré un cofre de memorias. Un cofrecito que iré llenando con un arsenal de abrazos, besos y sonrisas para darte, para entregarte cada vez que me hagas la vida imposible, me falles, me hagas llorar...

Tengo tantas ganas de verte, que creo que lo intuyes.

martes, 15 de noviembre de 2011

Apuntes de un destino amable.


La vocación de San Mateo. Caravaggio
El destino cuando es benévolo. Una sonrisa que no esperabas. Tu brazo por detrás de mi cintura. El enemigo que te apoya de pronto. Contemplar un cuadro imponente. Tus besos, suaves. Sorprender a alguien con un regalo. Hacer reir a un niño, hasta que se doble. Tu mirada, profunda. Recibir una llamada en forma de ayuda desinteresada. Un elogio repentino. Tu mano, en la mía. Charlar en torno a una chimenea. Disfrutar de un buen libro. Acercarme a ti. Recibir un premio. Que te esperen con ilusión. Tus abrazos. Estar pegada a ti. Buscarte y encontrarte. Hablar contigo. Que me beses. Que me beses. Que me beses. Ya me he ido por los cerros de Úbeda...

lunes, 14 de noviembre de 2011

Has venido.


Vendedor. Esteban Murillo

No puedo creer mi destino en los últimos cinco minutos. Has venido. ¡Has venido! Y me sonríes. Mi pulso se acelera, ligeramente, preparando a mi cuerpo para una emoción que no tenía prevista. Vive Dios que no. Me has dado la mano y has tirado de mí, en un intento fructífero de tenerme cerca. Soy fácil, y lo sabes, cuando se trata de ponerme a tu lado. Esos ojos inmensamente cálidos sobre mi cara. Probablemente mis ojos devuelvan sorpresa, franca sorpresa. ¿Cómo no? No quiero ni verme, tendrá mi mirada un incipiente temblor de emoción, seguro... ¿Qué está pasando? ¿Tú? ¿Has venido? ¿Conmigo? Y luego ese beso. Ese beso que cubre mis labios, y mi alma, y mi cuerpo. Me envuelve, me protege. Me salva del mundo. Y me pierdo, porque quiero. Perderme, desaparecer del entorno, volverme invisible. Que nadie me busque, porque no me encontrará. Y no quiero despertarme. No quiero salir del sueño en que estoy. Porque en mi sueño soy tan feliz. Porque en mi sueño estás conmigo. Y en la vida real, no.

sábado, 12 de noviembre de 2011

No necesito adornos.

No necesito adornos para decir lo que me sale del alma. Es más, prefiero que quede sólo el mensaje, que se vea junto a él todo lo que de humildad y verdad contiene. Pues las cosas de importancia han de ser expresas y enseñarse al desnudo, para que no pierdan su integridad. Cogeré aire, por si después no soy capaz de respirar. Será una declaración sincera, con pinceladas de súplica, por lo que pido que no sea burlada. "Te echo de menos, porque estás lejos y porque mis palabras recorren la distancia pero no te llegan al corazón. Te necesito en mi vida en la forma que se precise para que el universo esté cómodo. Sonríeme. Acógeme. No me dejes caer. Quédate conmigo."

viernes, 11 de noviembre de 2011

Un día gris.

Las hijas de la familia Boit. John Singer Sargent

Te quiero. Te quiero no sólo con mi alma. Con mis manos, mis ojos, mis brazos. Y con aquel elemento tonto que funciona sin intelecto alguno, llamado corazón. Te idolatro, te admiro en muchas ocasiones. Te sitúo un día sí y otro también en el pedestal ese que no tiene ningún sentido, pero que hace lo que los ingleses llaman "rule the world".
Hoy ha amanecido gris, tremendamente gris. Tu abrazo largo, profundamente cariñoso. Ese que ayer me hacía sentirme la mujer más afortunada... ya no sirve. Tus besos suaves, protectores, abismalmente bonitos... ya no los siento como tal. ¿Qué ha cambiado? ¿Me lo preguntas? Pues... que ayer el mando de la tele salió volando por los aires, se estampó contra mi cuadro preferido. Y me pegaste. Ni fuerte, ni flojo. No hay distinción. Me pegaste ayer. Y hoy nada puede ser lo mismo.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Divagando en torno a una comida.


Madre e hijo. Van Dyck


Y mi amor por ti perdura. Siempre te quiero. Busco los vericuetos, intercepto las señales, amaso las oportunidades. Me arrastro cuando no me ves. Sueño con ese mundo mejor en el que todo está en su lugar. Voy al mismo paso que tú, pero no te lo hago notar. El querer otorga una sabiduría finísima que permite hacer esos movimientos intangibles, inertes, suaves. Si aprovecho mi alacena de imaginación, te encuentro en el lugar perfecto y te abrazo. La vida es un hatillo de momentos de insólita ventura que acumulamos en un afán por cerrar el círculo y protegerlo de los intrusos. Te busco, mucho más a menudo de lo que puedas creer, recolecto los momentos. Una sonrisa. Esa risotada. La sorpresa de dos palabras que no esperabas. Si pudieras ver mi álbum de vivencias... Qué más dará dónde te lleve a comer, lo importante es que estarás allí, conmigo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Percepciones.

Claude Monet




















Claro que me convertí en persona vulnerable. Porque me enamoré de ti. Tu presencia. La forma de mirarme. La calidez al hablar conmigo. Los detalles. Esa mano cogiendo la mía. Tu mirada. Lo que me preguntabas. Esos ojos, penetrantes, que no dejaban de mirarme. Tu mano, otra vez.  Los besos. Los besos que en apariencia no dicen nada pero comunican mil y un mensajes. Tu mano en mi espalda, sin apretar. El cariño que flotaba en esa habitación, casi podía cogerlo. Lo hubiera guardado en el bolso, para mi vejez. Otra vez ese beso, que roza mis labios y me envuelve. Pierdo el control, y la noción del tiempo. No quiero volver a la realidad. Mi reino por tu vida, por tu amor eterno, por tu compañía. Claro que me convertí en persona vulnerable. Porque me enamoré de tí. Pero tú, de mí, no. 

martes, 8 de noviembre de 2011

Templar la mente.

Luis María de Cistué.  Francisco de Goya y Lucientes.

Agotadora la existencia humana. Afanada en lograr sueños imposibles, se desgasta hasta erosionar la última de las defensas. Tengo tu imagen en todas las esquinas de mi mente, a veces forma remolinos de imposible viraje y parece que van a desaparecer. Pero sólo es eso, un parecido con lo deseable. Increíbles los diversos modos de sufrimiento que elegimos, como si con ellos purificáramos el alma accediendo entonces a una posición de total inmunidad, donde nada vuelve a dañarnos... Cuanto más deseo olvidar lo que has significado en mi vida, más retorna a mi corazón la huella de tus manos, de tu firme abrazo. En un derroche de energía, pongo a mecer acompasadamente mis pensamientos, con la esperanza de que, algún día, se conviertan en un monocromático violeta y no haya morriña. Ni sombra de angustia.



domingo, 6 de noviembre de 2011

Infinitos los caminos del apego.

John Singer Sargent


Infinitos son los caminos del apego. Intrincados y contundentes. Se revuelven contra uno mismo a la mínima señal de contienda o altanería. Por ello... te confieso que te daría mi mano sin que me la pidieras. Para que la retuvieras un poco más de un segundo. Te regalaría mi mirada más cálida si el destino fuera un poco amable. Pero, sobre todo, me acercaría a ti, para poner a cobijo mi alma, para sentir tu abrazo y distinguir ese retazo de cariño que mora en algún lugar de tus besos. Me dejaría llevar. Para, por un momento larguísimo, poder cerrar los ojos y no sentir más que paz. Y sentirte a ti. Para descansar del mundo y estar contigo. Desoir el orden de la lógica y rendirme ante mi sueño de gloria. Reponer el espíritu y reanimar mis manos. Tenerte cerca.





sábado, 5 de noviembre de 2011

Te traigo un ramo de flores.

Los cinco sentidos. La vista. Brueghel-Rubens

Te traigo un ramo de flores. Cada rosa es de distinto color, pues tienen diferentes propósitos. 
Una rosa amarilla para llenar tu vida de sol, fuerza y alegría. 
Una roja, para que nunca falte en tu vida una pasión, un amor verdadero. 
Una de color rosa, como no, para que siempre puedas tener el cariño tan cercano de quien bien te quiere.
 Una verde para asegurarte la abundancia de sonrisas, de buenos momentos y buenas cosas. 
Una azul para que puedas hablar cuando sea preciso y tengas suficiente voz para protestar cuando te pisoteen. 
Una rosa negra para que te proteja, contra viento y marea, cuando yo no esté cerca para hacerlo. 
Una rosa violeta para que todo lo negativo de tu vida pueda acabar tornando en positivo.
Y una rosa blanca para ahuyentar tus miedos. 

viernes, 4 de noviembre de 2011

Sobre la morriña.


















The kitchen-maid.
Jean-Baptiste Simeón Chardin




Piso por donde puedo, en las piedras que conozco. Tengo tanto que contarte y estás tan lejos que me duele hasta la ultima pestaña. Gestiono como una superviviente la añoranza, la morriña esa que a nadie puede explicarse salvo al último destinatario. Esconder el sentimiento, disimularlo, vestirlo de amigo inoportuno. Soy imperfectamente humana, desacompasada, sin sincronía aparente. Pero mi corazón no cabe en casi ningún sitio. Tengo todas las tonalidades posibles en mi vida y me muevo siempre en lugares fangosos, estoy acostumbrada. Porque he visto cómo un gesto puede reconducir una vida, un beso a veces calma el horror, una llamada reconforta la soledad. Y que lo negro y lo blanco son lo más imperfecto de la vida y no te permiten evolucionar. Que hay que circular por los caminos intermedios para no perderse los detalles que conforman una existencia. Me duele tanto echarte de menos que he de dejar mis labores cotidianas y mirar al infinito para adecuar mi cuerpo a esa pena que me golpea a intervalos desiguales, contundentes. Sé que me escuchas, siempre me escuchas. Apiádate de mí, soy muy pequeña y estoy supeditada a esa ruinosa condición propia. A esa de la fragilidad de apegos.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Veintiocho de 30. To whom does the night belong? To lovers...


Un regalo palpable.





















Stella Van der Meer. 


 
La vida es tan perra... Pero, pero, pero... en ocasiones regala cosas especiales. Se autoproclama generosa y otorga algo. Puede ser un detalle, un gesto, un regalo tangible, un objeto grandioso. Pues, sí, ayer la vida me regaló algo. Palpable, pequeño pero grandioso. Torrentes de buenos sentimientos circularon por mis venas, indecentemente desordenados. Puso en mi cara una sonrisa interna de las que perduran, indelebles al tiempo y espacio.

La situación me recordó a ese momento incomparable en que alguien muy preciso se acerca a besarte. Y el beso cubre los labios al tiempo que abriga el alma y la protege por unos instantes de la más horrible tempestad. Es ese minuto en que las manos pierden fuerza, la mente se ilumina en colores vivos, el mundo desaparece bajo tierra y sólo existe la protección y esa cercanía que uno quisiera perpetuar y que intenta repetir acercándose una y mil veces al reclamo de un nuevo beso. Me recordó a esos besos. Los besos que causan una sensación tan profunda y placentera que, ya antes de separarte unos milímetros, tu mente se ha rendido a plasmarlos en un recuerdo profundo, en una referencia exacta de cómo se sitúa uno en el podio de la felicidad.

viernes, 28 de octubre de 2011

Ensayando

"Marina". Enrique Martínez-Cubells

Simularé, tal como prometí. Recortando mis pasos, me postraría a tu puerta. Dejándome enredar. Podría hasta ponerle un velo de amor a los detalles más deleznables. Siempre quiero tocarte, aunque no lo veas en mi rostro. Mis manos te buscan, con conciencia, desangeladas. Intentan tocar el piano pero de las teclas sale aire, indolente y constante. Nunca pude vivirlo y reclamo lo que es de hacer justicia. Me pondré mis mejores galas, al tiempo que despojaré de mi piel todo destello inútil de vanidad. Tengo que saber pintarlo, lo llevo en la misma sangre.

Veintisiete de 30. Late in the evening, to get started up!


Diosa Fortuna.

Frente al lado oscuro, la positividad. El color violeta. Mi color mágico. Por aclamación popular, escribiré este post.
Pues sí, hay cosas buenas, buenísimas. El mundo está algo compensado. La Diosa Fortuna, de cuando en cuando, se pone de nuestra parte. Los brazos abiertos de un niño, gratuitos. Ese regalo en forma de sonrisa de quien nos aprecia. Un abrazo que reconforta el alma. Alguien que te dice "te quiero" y te pilla por sorpresa. Todas las veces que te dan la mano. Un halago. Ese momento increible en que te consuelan, te limpian las lágrimas. Arropar. Un ramo de flores. Escuchar un problema. Acariciar. Pasar el brazo por el hombro y dejarlo ahí. Proteger. Descubrir que una persona te echa de menos y que otra hace todo lo posible por abrirte las puertas de su casa. Buscar la bondad de una mala acción. Perdonar. Una llamada para comprobar que estás bien. Un mensaje bonito. Una simple palabra dicha para bien. Acercarse. Velar. Hacer compañía. Perder un día, y otro, y otro, por estar con alguien. Acompasar los pasos para que quien viene detrás pueda alcanzarte. Sonreir mucho, siempre. Y que en esa sonrisa se vea el alma. Un paisaje bonito. Un desastre que termina siendo un gran golpe de suerte en la vida. La vista del mar. Correr hacia alguien. Dar los buenos días, besar las buenas noches. Escuchar un "te necesito". Dar la mano para acompañar a quien se va hacia la muerte.

jueves, 27 de octubre de 2011

Revoltijo de sentimientos.

Me enseñaban de niña a multiplicar y me parecía difícil. Llegó la Física y Química y me pareció un mundo complejo. Pero nada comparado con lo que me enseñaría la vida después. Encuentros y desencuentros. Fracasos. Pérdidas. Éxitos que desembocan en chascos impredecibles. Palabras con vocación inequívoca de herir. Actitudes de desdén. Mensajes que marcan una herida profunda, para luego dejar una cicatriz eterna. Querer en la distancia. Sentir el rechazo. Un deseo que nunca se cumple. Que es mejor un grito que un desaprecio. Descubrir que los complejos existen y que otro puede burlarse de ellos. Ponerse a refugio. Conversaciones de un único sentido, sin vuelta ni retorno alguno. Ingratitud que se graba en el alma del receptor. Soledad. Profunda y lacerante soledad. Cuando te escuchan sólo las palabras que dices, pero no el corazón. Querer a alguien sin entender porqué. Gritar al mundo y que nadie te escuche. Que el silencio a veces se clava. Tener que luchar cuando no encuentras fuerza y contra todo pronóstico. Que se llora mucho cuando se echa de menos a alguien que ha muerto. Revoltijo de sentimientos.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Fruslerías.


Hoy es día de fruslerías. Puedo prometer, sin temor a equivocarme, que soy mujer. Escribo aquí, me llamo Elena, y soy mujer. Pero no puedo resistir los perfumes, su olor. Ese olor que penetra en las pituitarias hasta el más allá, trepanando el cerebro y mareando los sentidos hasta que ellos mismos no saben quién son y para qué sirven. Entrar en un ascensor con una mujer que lleve perfume es una auténtica tortura. Intento contener la respiración y, si he de subir hasta un piso 23 o similar, dejo de respirar por la nariz para hacerlo por la boca. Salgo del ascensor con gesto evidente de alivio. Empiezo a moverme de un lado a otro con la vana esperanza de eliminar el olor de mi aura, de mi ropa. Podría hasta soltar humo por la nariz cual dragón en celo, pero eso ya no queda elegante.
Odio los perfumes con pasión, pero me encanta el olor de la lavanda. Me recuerda inmediatamente mi niñez, cuando observaba con una sonrisa cómo mi abuela colocaba los armarios y dejaba un saquito de lavanda en cada estante. Descubrí un buen día que era capaz de resistir la colonia de lavanda a granel, en cantidades razonables. Hasta que topé con el aceite esencial de lavanda. Dos gotitas a cada lado del cuello y arreglado el asunto. Sin colonias, sin aditivos. En la actualidad, salgo de casa por las mañanas con claro semblante de mujer dopada. Ese olor tan maravilloso... Lavanda... Violeta... La positividad... Espiritualidad... La cercanía de los que se fueron...

martes, 25 de octubre de 2011

Déjame pensar.


Déjame pensar. Necesito concentrarme. Escuchar mis propias constantes. He de encontrar las palabras adecuadas. No pueden simbolizar o parecerse a lo que quiero contar. Me va la vida en mi relato. No porque el relato vaya a matarme, sino porque necesito que comprendas. Necesito que entiendas lo que siento en palabras, y que con esas palabras seas capaz de recrear mi soledad y de darle medida. Es de vital importancia que cuando termine de decir una frase, que adelanto será breve, tengas todas las armas necesarias para venir a tratarme, para venir a consolarme sin herirme, sin que me sienta conmiserada. Serán pocas palabras, pues todo lo que acarrea una importancia vital se convierte en esencia y se acorta hasta una brevedad insolente. Te daré un ejemplo: SOS.
No hables todavía, que sigo pensando. Es delicado, tremendamente. Porque, al tiempo que encuentro palabras para encajar un pedazo de historia, he de tornarlas sencillas, llanas, humildes. Todavía he de despojarme de mi rastro de soberbia, orgullo, pretensión. Aunque hoy haga mucho frío. Encuentro miles de alternativas, pero he de quedarme con la que te de la llave para acercarte a mí. Por un momento, me quiero perder, simular que esto es innecesario. Pero mi corazón me contradice. Late tan rápido que me obliga a soltarlo: "Necesito tu cariño para acunar mi vida, que ha acabado desprotegida."

domingo, 23 de octubre de 2011

Alguien que me hubiera avisado.



Los momentos que marcan una vida no se avisan. Habrá indicios, huellas, sensaciones, motivos, pero los momentos que verdaderamente marcan una existencia son repentinos. Y el susto puede ser bastante estresante. Además de estresante, diría que injusto. La mente trabaja de pronto a velocidades insospechadas, tratando de mil maneras ubicar lo que ve en su estructura vital, dándole forma, sabor, olor o magnitud. Procurando acompasar los latidos de ese corazón que se ha vuelto por momentos independiente del cuerpo, y que funciona desbocado, sin visos de volver a su lugar. Gestionando el sudor, unas veces frío, otras ardiente. Guardar las manos donde se pueda, mirar al infinito. No creer lo que se ve. Junto a todo este proceso, al mismo tiempo, se jura en arameo. Nadie avisó del evento. Nadie advirtió. No hay caparazón, ni escudo mínimamente apropiado.

Puedo recordar nítidamente la muerte repentina de mi madre. Alguien quiso que estuviera conmigo, bien pegadita a mí, para que fuera testigo de excepción de cómo una vida se va en 10 segundos y hay que reconstruir lo que queda en el mundo de los vivos, así, sin más, sin piedad. He sentido esto mismo al ver lo que transcurría desde el accidente de Simoncelli hasta que han anunciado su fallecimiento esta mañana.

También hay momentos que marcan una vida para bien. Ayer conocí a una persona que modificó, en un "plis plas", mis esquemas vitales básicos. Así, sin piedad.





viernes, 21 de octubre de 2011

¡Que algo está pasando!



Elenaaaaaaaaaaaaaa...
Elenaaaaaaaaaaaaaa...

"Despierta. ¡Despierta! Que algo está pasando... Algo raro..." Con estos pensamientos inconclusos abro los ojos y, en cuestión de milésimas, estoy completamente despierta, los sentidos de alerta me avivan. Efectivamente, algo raro está pasando. Estoy en mi casa del alma, en mi cuarto de siempre. La misma cama, la misma chimenea sin encender. Todo parece en su sitio, pero un instinto lejanísimo me vuelve a avisar: "Algo está pasando... Mira..."

Me incorporo en la cama y miro a mi alrededor. La ventana, a mi derecha, me refleja una luna plateada gigantesca. Aún de noche.

Y me doy cuenta de... "¿Pero esto qué es? Qué... Qué nos estamos moviendo... ¡La casa y yo nos movemos!" De un brinco estoy en pie y con una zancada llego a la ventana y miro. No tengo miedo, pero sí tremenda curiosidad. Lo que veo en el exterior me deja pasmada, absorta...

La vista habitual de ese césped infinito bordeado de chopos, álamos y robles se ha convertido en un mar abierto, en calma chicha, de color verde oscuro. Con ese reflejo contínuo plateado que sólo la luna puede ofrecer. No es un lago gigantesco, sino el mar. El inmenso mar. Lo sé con plena consciencia. No me engaña ni la luna ni la noche. Y la casa. Mi casa del alma, tan grande, tan señorial y anciana, está flotando en ese mar, y se va alejando. Alejando de una costa en la que un puerto sucede a otro. Todos iluminados con farolillos blanquecinos de distintos tamaños. ¡Ese mar, como un plato, tan bonito! Y qué paz... Lejos de asustarme, no paro de mirar ese espectáculo tan bello y empiezo a decir adiós con la mano. ¿A quién? No lo sé, pero tengo que decir adiós... No hay viento, sólo paz. No hay sentimientos oscuros. No hay pena. Sólo paz.

Entonces, sólo entonces, me despierto de verdad, en mi casa. En Madrid. Todo está en orden y estoy en el mundo de los vivos. Comprendo, porque así son las cosas inevitables, que ese sueño va a quedar impregnado en mi vida. Meses más tarde, de pura casualidad, me interpretan el sueño. Y dan en el clavo.

jueves, 20 de octubre de 2011

Caos y cansancio.

Errar. Caer en la trampa. Sentir lo que uno no debe sentir. Sentimientos que duelen. Miedo súbito. Confesar. Desoír el dolor. 
Soñar. Hacer posible el sueño en la imaginación. Querer. Sentir. Desear. Buscar el momento. Disfrutar del beso. Aferrarse a esa mano que te dan. 
Ser cobarde. Levantarse. Luchar. Tirar la toalla. Este cansancio infinito que mina las fuerzas y quita los colores vivos del arco iris. 
 De todas formas, no puedo permitirme las ilusiones con algo tan improbable. Pero sueño sin parar con ello. De vez en cuando, un post lleno de pensamientos y sentimientos en sin sentido tiene que aparecer. La vida está hecha de momentos, contradicciones, obstáculos.
Y hoy no tengo mucha fe en mí misma.

Me dedicaré a abrazar a mi perrita, que sé que me quiere. 

martes, 18 de octubre de 2011

Y ahora, a mi madre.


Todos los días quiero ir a buscarte. Por las mañanas, antes de abrir los ojos, preparo el plan de ataque. Siempre empiezo con una escalera larga, muy larga. Tiene barandilla y va repleta de lilas a un lado y a otro. Lilas de esas que te encantaban, las que te traían a casa, en ramos gigantescos, de imposible tamaño. Lilas para recibirte con los honores que merece la ocasión. Mi plan es subir todos esos cientos de escalones de una tacada, sé que no hay cansancio cuando el objetivo es tan deseado. Llego allí, veo a Steve Jobs actualizando las Tablas de Moisés. Y empiezo a buscarte nube tras nube. Y siempre son infinitas. Hay mucha gente. Ahí empiezo a agobiarme, pues caigo en la cuenta: eres igual de terca y dura que siempre y no quieres volver. Sé que prefieres vigilarme desde ahí, donde está el poder, dónde tienes todas las armas a tu alcance. Y no quieres que yo gane tan simplemente. Primero hay que luchar para ganarse el cielo... como si te oyera. Pero qué madre más sargento tengo. No me regañes por ir a buscarte a menudo. Te echo de menos en tantas ocasiones...

lunes, 17 de octubre de 2011

Tres girasoles ofrezco.


Tres girasoles ofrezco
a quien una sonrisa me sonsaque
Tres girasoles bien alegres
para quien bien me quiera

Porque tened bien claro que, si tener el cariño de un amigo es como hacer magia, quien viene a mí para hacerme la vida agradable y darme cariño y tenderme la mano por lo que soy, se convierte en parte de mi historia y se lleva mi gratitud, mi sonrisa eterna y mi bienhacer.
Porque he vivido en la miseria muchas veces, he llorado por personas perdidas, he levantado mi cuerpo cuando ni mi espíritu levitaba lo más mínimo, he aprendido la pobreza de cariño, he convivido con la soledad esa que arrasa hasta el sol. Porque soy tan pobre en pasados como rica en sentimientos.

jueves, 13 de octubre de 2011

De la tercera edad desde la segunda edad.




Varios años contemplan mi voluntariado. Estuve ayudando a ancianos con Alzheimer, enfermedad que pongo de propósito con mayúscula por sus proporciones e importancia. También estuve una temporada con enfermos terminales. He de contar que mi asistencia a los terminales no es demasiado meritoria, la muerte me asusta poco. A mis 36 años había visto morir ya a mis más allegados parientes, y algún partido había que sacar a esa desvergüenza.

Tremenda es la experiencia de colaborar con los ancianos. Tremendamente buena, gratificante, sorprendente. Comprendí, al poco tiempo, que a una persona mayor le viene bien todo lo que pueda ofrecerle el voluntario: su juventud, sonrisa, animosidad, empuje, fuerza, cariño. Salvo honrosas excepciones de ancianos en una fase muy avanzada de su enfermedad o vejez, suelen ser todos ellos absolutamente receptivos a las atenciones externas. Es más, en una residencia de ancianos, una sonrisa es un tesoro de incalculable valor, un hallazgo incunable... Ya no os podría contar el recibimiento si el anciano en cuestión sufre de esa espantosa soledad que acaece cuando sus familiares van a verle poco o muy poco -algún sábado que les viene bien moverse, un domingo que llueve y no hay nada que hacer...-. ¿Habéis observado alguna vez la soledad de un anciano? Tiene color, hasta forma, y está siempre rodeada de un halo de enorme tristeza. Un espectáculo desolador capaz de arrasar con todo a su paso y acelerar la muerte.

Alguien se preguntará qué tienen que ofrecer las personas de la tercera edad a quienes nos movemos con una bata por la residencia tratando de ayudar y acompañar. Pues mucho. MUCHO. Sin ir más lejos, la concentración de sabiduría acumulada a lo largo de los años es un lingote de oro compacto muy valioso. El cariño que devuelven a cambio. La serenidad ante la visión certera de una muerte inminente. El agradecimiento sin palabras.



martes, 11 de octubre de 2011

Visiones del agua.



Por un momento, me dejaré hipnotizar por el agua, para pensar más despacio.
Para rellenar los vacíos.
Para ahuyentar los desencuentros.
Para sentir mi camino.









Posaré la mirada en lo más profundo,
donde habita y reina la calma.
Donde los colores se convierten en uno.
Y los ojos se abrazan.









Haré como si estuviera ahí dentro.
Totalmente cubierta.
Rodeada.
Tapada.
Protegida

Entonces...
entonces sonreiré.

domingo, 9 de octubre de 2011

Aforo completo.

Si os dijera que tengo una enfermedad larga e incurable, tendría toda vuestra atención, conmiseración, cuidados y mimos. De repente, este post se llenaría de visitas. "Aforo completo", me comunicaría Blogger, junto con una gran sonrisa internauta. Se correría la noticia, cual pólvora del siglo XXI, es decir, en segundos. 

No sé exactamente qué es lo que despierta en el mundo esa avidez de malas noticias ajenas, como si con ello pudieran enmascarase las propias miserias. Como si las penas de uno mismo parecieran menos a la luz de la desgracia del vecino. Creo firmemente que los sufrimientos de cada ser son intransferibles, no son comparables con los de los semejantes, son simplemente distintos y todo horror hay que vivirlo en modo "propias carnes" para darle su esplendor al completo, su sinsabor. El vecino no tiene más labor (ni menos) que acompañar a su vecino doliente. Acompasar su dolor, mimetizarse con él en la medida de sus posibilidades. 

No tengo una enfermedad larga e incurable, que yo sepa y para mi ventura. No obstante, por un momento, haced como si la tuviera y prestadme todo tipo de atenciones, por favor. De vez en cuando sienta muy bien. ¡Muchas gracias a todos! 

¡¡¡ :-))) !!!

sábado, 8 de octubre de 2011

Por tesoro, un amigo.

Si decides emplear un poco de tiempo en conocer a esa persona que trata contigo tantas horas al día y descubres que es un ser entrañable y que su vida es tan grotescamente similar a la tuya; algo cambia en el devenir de la relación. La mirada ya es distinta, la percepción ajena aumenta, torna de color cálido, la persona que vemos enfrente es otra, más cercana, más de uno mismo. Se ha creado un lazo invisible de amistad, tan fuerte y delgado como un hilo de tela de araña. Cado uno de los seres de esta historia es un poco más rico que el día anterior. Amigos, tesoros de incunable valor, estandartes de fuerza cuando el barco se hunde, joyitas...

miércoles, 5 de octubre de 2011

Apuntes desde el avión.


Modelar el alma
Abrazar con la mirada
Sentir con las palabras
Expandir el espíritu
Redondear el paso
Cuidarse
Dulcificar los gestos 
Mimar la retina
Besar con esmero
Abrazar sin herir 
Acariciar
Enlazar halagos con verdades
Admitir el mundo
Ofrecer la mano antes de darla
Enmascarar la pena
Encandilarse
Celebrar el bien
Estudiar los hábitos
Enajenarse
Dar libertad a las lágrimas
Permitir la pena
Enamorarse del momento
Reconciliarse con los sueños
Reafirmar el apego









martes, 4 de octubre de 2011

Momentazos


Hay una linea muy imprecisa entre la desesperación y la risotada. Tan imprecisa como fina. Pongamos que son las once de la mañana y me encuentro en una carretera alemana, dentro de un taxi conducido por un alemán de pura casta. Tengo tiempo sobrado para llegar al aeropuerto a coger mi avión. De repente, a la española, un atasco. Bueno, un atasco, no. Un atascazo en el que ninguno de los cuatro carriles se mueve en quince minutos. Pido al taxista que ponga la radio para enterarse de lo que ocurre, con una mezcla de inglés, que él entiende poco, y señas. Me explica que ha habido un accidente, cinco camiones implicados. Tras otro rato de desesperante calma, rodeada de camiones y sin movernos, vuelvo a pedirle que se cambie al carril de la derecha del todo, pues se está moviendo algo. Se encoge de hombros, tres veces. Cuando escucha un sonido parecido a un grito que proviene de mi persona, se decide a cambiar y avanzamos un tramo largo. Media hora después, descubro una salida de la autopista y vuelvo a explicar a mi alemán taxista que bien podría irse por una carretera alternativa, al objeto de no llegar al aeropuerto de noche. Se encoge de hombros, otra vez. Es entonces cuando me pongo a gesticular, y empiezo a parecerme peligrosamente a una verdulera. No dispuesto a acabar sin ojos, mi conductor decide salirse a una carretera vecinal y en veinte minutos llegamos al aeropuerto. Me cuentan allí que el atasco es ya de treinta kilómetros. Entonces empiezo a reirme, a reirme mucho. He perdido el avión, pero he conseguido la libertad de espacio en el aeropuerto. Hay un alemán flipando con el carácter español y soy un as explicándome por signos. Me quedan dos horas hasta que salga el próximo avión...

sábado, 1 de octubre de 2011

A mi padre.



Mi querido Vater:
Ya sé que hoy no es ni tu santo, ni tu cumpleaños, ni tu aniversario de muerte, pero te echo mucho de menos. ¡Cuánto tiempo hace que no tengo una conversación contigo en condiciones! ¡Y qué lejos estás! No me olvido de tu sonrisa, nunca. Ni de ti, claro.







"... y hasta cuando en la Tierra otra tierra te tape, allí estarán mis besos, pegados siempre a ti..."

viernes, 30 de septiembre de 2011

Sólo parece un galimatías, pero no lo es.

En mis momentos más bajos, aparece @gasolinero y se interesa por mí. "Te veo más apagada", me dice. Esa simple pregunta ya me reconforta. Minutos más tarde, @AlaDelta_ me responde con tres palabras cariñosas, no son necesarias más, ella es redonda. Me interroga @Avisnigra67, siempre lo hace, y me siento mejor. Un piropazo de @Simpliciuss y aparece una sonrisa enorme en mi rostro. Manos a la obra pone @Embrujada4, tan elegante, sus palabras son tan para bien siempre que empiezo a entonarme. Mi querida @Laeme me cuenta la telenovela en teletipo, y me hace sentirme en casa. Un mimo de @bettlejuices y una palabra bien puesta de @dabecas y el mundo empieza a tener otro color. Una chorrada certera de boca de @MartaJimeno y las preciosas fotos de @Mara_BC y @HollyCorie terminan de dar la pincelada de bienestar que necesito. Dos apreciaciones de @goloviarte y la sonrisa parece transformarse en risotada. Para experimentar algo parecido, amigos mios, a Twitter.
¡¡¡   :-))))  !!!

jueves, 29 de septiembre de 2011

El gran objetivo.

Encontré un objetivo.
Un objetivo que merecía la pena.
Y lo sopesé.
Pros y contras, medios, ganas.
Pasos a dar.
Tiempo.
Lo ví asequible.
Para otros pudiera parecer todo un mundo, pero para mí era medianamente fácil.
Y me puse manos a la obra. Estoy a medio camino y puedo seguir con ello, tarde o temprano lo lograré, estoy convencida. Ahora es sólo cuestión de tiempo y de perseverar.
Creo que no hay nada tan estimulante y anti-depresivo en esta vida como un objetivo. Especialmente, cuando los pasos a dar hasta alcanzarlo son medibles desde el principio. Y se le añade ilusión, se mezcla con el tesón propio, dos tazas de alegría, una y media de empuje; y a ello, ¡al tajo!
Tengo otros objetivos, claro...
Que no se engañe nadie, el ser humano tiene muchos objetivos al tiempo, grandes y pequeños, en su ejecución es dónde encauza su vida, su salud mental.
Hacer, avanzar, caminar, mejorar, desarrollarse. Moverse en alguna dirección.
No soy una clara candidata a la depresión. Y no será por falta de desgracias.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

El wenrolling: casos prácticos y aplicaciones

Practicar y ejercer el #wenrolling no es tarea fácil, en absoluto. Hay que sonreir, como primera medida. Así, bien de mañana. Y antes de la ducha y el café, que nadie haga trampas.


El siguiente paso es contestar bien a quien te hable, con alegría. Ello significa apartar de la mente cualquier género de pensamiento que se aproxime a "¡No me jodas que hoy hace un buen día, porque no lo veo!" o similares.

El trayecto en coche por las mañanas es fundamental para la aplicación práctica del #wenrolling. Si el coche de delante va conducido por un lerdo, de esos que no cambia de carril ni te deja cambiar, tú sonríes. Si va lento porque tiene que mandar un mensaje por móvil, a seguir sonriendo. Si te quieres cagar en su padre y otros ancestros variados, te abstienes y sonríes. La vida es bella y todo se encauza por el #wenrolling.

Y cuando aterrizas en el trabajo y alguien, alguien... el más insospechado, un mindundi cualquiera te endosa mediante mail (invento del Diablo, vive Dios) un asuntillo con el membrete "ocúpate de esto, por favor", el #wenrolling amenaza con fenecer. ¡Pero no! ¡Todo por el #wenrolling! Estiras los brazos, haces una mueca parecida a una sonrisa y te pones manos a la obra, con amor...

La prueba de fuego se produce cuando, minutos después, ya eres consciente del alcance del "ocúpate de esto, por favor" y aparece el mindundi en cuestión a asegurarse personalmente de que te estás poniendo con el tema. Cuando el "vete a tomar viento" se convierte en una sonrisa junto con un alegre "ya estoy con ello, ¡descuida!", el #wenrolling ha triunfado.

¡¡¡¡¡¡  :-)))  !!!!!!!

martes, 27 de septiembre de 2011

La intimidad en las redes sociales.

Los tiempos vuelan y avanzan. Las redes sociales van a tirar por los suelos el concepto de privacidad. En ello están. Y creo que hacen bien, aunque el concepto no nos guste nada.
Lo veo con claridad, y sin bolita transparente.
Dentro de unos pocos años, cuando haya que contactar con alguien, no existirán las Páginas Amarillas, sino FacebookAgenda, o TwitterAgenda. Y los jóvenes de ese tiempo se preguntarán: ¿Cómo eran capaces nuestros padres de manejar semejante libraco amarillo y buscar en esa letra minúscula un nombre?
Dentro de los mismos pocos años, los recién casados enseñarán el viaje de novios en TweetPhotos, o en FacebookPhotos. Enviarán los archivos a cada uno de sus amigos por mail y cada receptor tendrá la oportunidad (oh!, por fin...)  de estudiarse las fotos con todos su píxeles o ni siquiera mirarlas.
Veo a todos mis amigos usuarios de Facebook afanarse en proteger su "intimidad en red", protestan, amenazan con irse, quieren cerrar las cuentas, se indignan.
Pues que no se vayan, que esto es el futuro. La base del desarrollo y de las comunicaciones.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Veinticuatro de 30. Duet for country moment. Wild Montana Skies.

Llegar allí.

Siempre soñaba con llegar a un lugar en que todo se desatara. Un cordel de sentimientos, recuerdos, sonrisas, alguna lágrima. Un sitio repleto de sensaciones. Ese paraje en que, de una sóla mirada, la mente es capaz de recopilar con exactitud un sinfín de vivencias, valores, anécdotas pequeñas y grandes que conforman el carácter y crean a las personas. Donde todo está recogido en un ramillete: las enseñanzas de un padre, la educación de una madre, la alegría de los abuelos, la familia en tropel aparentemente revuelta pero en una armonía insólita. El jolgorio y los momentos de llorar. Las horas de convivencia alrededor de una mesa redonda. Un torneo de mus. Una carrera. El escondite inglés.
Imaginaba siempre que sería un sitio inmenso, bonito, muy bonito. Cuando las personas que lo conforman son afines a uno, los sitios siempre son preciosos.
Allí donde la vista recorre un césped infinito que no termina ni en el horizonte, y el viento va susurrando a trompicones, zigzagueando entre álamos, olmos, encinas, robles, pinos, negrillos... La casa de piedra, de ventanales sobrios y vigas de madera estrepitosamente elegantes. Y todo increiblemente cuidado, con un orden adaptado a las idas y venidas propias de grandes familias. Allá donde caben todos y se amontonan formando un núcleo homogéneo.
Puedo ver con claridad, desde una de las ventanas del salón, a los pies, como honrando, una laguna enorme, de un color indefinido entre el verde y el negro. Su cauce caprichoso ha dejado en medio una isleta en donde habita un imponente sauce llorón. Los sauces tiene algo de magia, sonríen y lloran de alegría. Son aparatosos y, al mismo tiempo, discretos. En mi sueño, sus ramas ya rozan el agua y dan a la laguna un aspecto de señorío inmenso.
Toda mi vida quise poder ir a un lugar así.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Va de retro.


















Así de atónita me quedo cuando observo algunas cosas.

Porque, sí, señores:
Hay palabras que hieren.
Gestos que duelen aún sin alcanzarte.
Miradas que no llegan a asesinar por no tener medios adecuados para su propósito.
Ignorancia que se clava en el alma del perceptor cual cebo de pesca.
Insultos tan innecesarios como indolentes.
Agravios desorbitados.
Orgullos mal encauzados.
Callejones sin salida.
Discusiones buscadas de propósito.
Ensalzamiento de amistades ajenas.

Sabed que el Bien es la Ausencia de Mal. La Ausencia del Bien predestina la desaparición ¿de qué? de todo, puedo asegurar... Que desgraciado es el ser humano; comienza la mayor parte de sus acciones en negativo, cual presa que no encuentra un mañana.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

En este mundo raro, pequeño como una cajita de kleenex


RARO Films-Design me presenta en las Noticias de mi Facebook el nuevo vídeo que han hecho del último álbum de Los Secretos, "En este mundo raro". Todo es normal hasta ahí, pues la empresa RARO es de alguien cercano de mi familia. Confieso que las canciones de Los Secretos siempre me han gustado, con lo que abro el vídeo y me pongo los cascos para escuchar la canción, con un cierto interés. Si logran animarme un poco la mañana, mejor.
Con la inocencia de una primeriza, empiezo a escucharla al tiempo que miro de reojo la pantalla. La canción  me gusta, es muy de Los Secretos. Y, de repente... ¿Qué és eso? no... ¿Quién es ese que aparece ahí? De pié, muy serio... No puede ser... Rebobino digitalmente corriendo y vuelvo a mirar con mucha más atención. ¡Andá mi madre! ¡Si es mi tío...! Inconfundible, tan guapo, con esa planta, tan elegante. Vuelvo a poner el vídeo, ya tengo una sonrisa. Y descubro que enfrente de mi tío está un pequeñajo, al que también conozco. Ya me entra una cierta excitación. Conociendo al autor del video-clip, debe haber alguien más que conozca, seguro... 
Pues sí, tras unos minutos, encuentro dos personajes más de mi familia. Y mi sonrisa ya es inmensa. Encontrarte caras conocidas, tremendamente familiares, de pronto, en un video-clip, es una alegría. Y me han alegrado la mañana, confieso, de la manera más tonta.
El vídeo-clip contiene una serie de personajes enfrentados muy serios, en mitad de un ring. La imagen les hace girar. La canción de Los Secretos, "En este mundo raro", muy genuina, muy suya. Cada vez me gusta más, y está asociada de por vida con gente de mi familia. El video-clip me encanta, pero no soy objetiva, he de decir.
Además... alguien desde Twitter me ha confesado ser familiar directo de otra de las personas que aparecen en el video.
En este mundo raro, lleno de casualidades.


lunes, 19 de septiembre de 2011

Obras son amores.

Ayer fuimos a visitar a un enfermo. Obras son amores y no buenas razones. El lugar del crimen era el hospital donde murió mi padre hace unos años y le tengo tirria, odio, no lo puedo evitar. Al llegar al parking del mega hospital ya empiezo a encontrarme incómoda. Tomo aire y avanzo apretando las mandíbulas. Cuanto antes pase la tarde, mejor. Una cosa menos, mariposa. Subimos a la planta correspondiente y todo sigue igual. Igual de triste, igual de patético. Con aspecto de sucio, y eso que me cuentan que han remodelado la planta.

Nos encontramos con el enfermo, Santi, caminando por el pasillo agarrado a su goteo. Sonríe. Y me sorprendo. Me sorprendo muchísimo. Nos propone que vayamos a la zona de los ascensores a sentarnos en unas butacas. Y me llevan, sin saberlo ellos, al lugar dónde yo solía refugiarme para llorar la inminente muerte de mi padre. Miro las butacas con pánico y sigo pensando que la tarde pasará y yo saldré de allí.

Santi sigue sonriendo. Habla en un tono de voz pausado, animado. Lleva dos meses de infierno en el hospital. Tiene en el cuerpo varias operaciones para intentar que su estómago funcione. Hace ya dos meses que no puede probar bocado. Le dan algo de agua y manzanilla, un avance de los últimos días que Santi celebra con entusiasmo. Le alimentan por vía intravenosa con un líquido blanco reluciente. Para él, el día es eterno, no hay paradas técnicas para comer, para comer siquiera esa horrible bandeja de hospital que parece más bien alimento para rematar que para reconstituir. Sonríe, y habla animado: "Esto mejora día a día. Cada vez estoy más fuerte. Cuando menos lo espere, el médico me dejará beber zumo de fruta, y luego leche. Será un gran manjar." Y se ríe. Yo me sorprendo y le admiro. Y miro las butacas en que estamos sentados con horror, y me acuerdo de ese dolor en solitario viendo morir a mi padre sin poder hacer nada para remediarlo.

Una hora y media después salimos del hospital. Y respiro. Tendré que volver a él, seguro. No pienso dejar de visitar a Santi. Pero no me acostumbro.

Querido padre, cuánto te echo de menos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

He intentado olvidarme de vosotras.

He intentado olvidarme de vosotras. No recordar que un día, una de vosotras me acusó de un delito y me cerró las puertas para siempre, sin discusión ni gaitas. Olvidar que vosotras, las otras, no volvistéis a llamar nunca más. No recordar que no he sido importante en ese grupo de quienes creía mis amigas. Olvidarme que fuistéis unas cobardes y que me humillastéis hasta un punto insospechado.
Y puedo perdonar, claro que sí, mi formación, y mi persona me lo permiten. Y probablemente lo haya hecho ya en cierto modo. Pero mi fin último es olvidarme de vosotras. Es decir, que vuestro recuerdo, si lo tengo en alguna ocasión, no me cause ni dolor, ni rabia, ni pena. Que no me cause nada. Espero conseguirlo un año de estos. Que tengáis una vida feliz.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Esas cosas.

El recibimiento de mi perrita al llegar a casa, como si no hubiera nada mejor en el mundo que yo.
La sonrisa de mi marido cuando le miro.
El canto del cuco al salir al campo por las mañanas.
El ligero sabor de un café de Colombia.
Un buen cine en grata compañía.
Una cena de amigos.
Ver una puesta de sol con una copita en la mano.
Navegar.
Recibir una llamada inesperada.
Contemplar un imponente cuadro.
Llevo media mañana intentando hacer una lista de cosas inmensamente agradables. Para contrarrestar la mierda que veo a mi alrededor. Y me salen muy pocas. La mente se aturulla. La negatividad no se convierte en positividad por sí sola, y no gana adeptos, no hay club de fans de la negatividad; y sin embargo abunda sobremanera por estos mundos de Dios. Qué contradictoria es la vida en ocasiones.

Veintitrés de 30. Round here.

martes, 13 de septiembre de 2011

Perdonar.

Acción complicada la de perdonar.
Mucho más que pedir perdón.
Dar marcha atrás. Recular.
Tirar a la basura el muro de acciones, palabras malsonantes.
Deshacer las ideas preconcebidas.
Desenfadarse, sin comer ajos.
Si la gente fuera consciente de lo bueno que es para la salud, habría muchos perdones por el mundo.
El resentimiento corroe el espíritu, mina el ánimo.
Nos quita unos milímetros de sonrisa.
Modifica el gesto, que ya no es tan amable, crea arrugas.
Envejece.
Despreciar a alguien de por vida es grotesco.
La vida es cortísima en minutos pero eternamente larga en desgracias, desmanes...
Se vive mucho mejor sonriendo, tratando bien a la gente.
Se vive mucho mejor estando en paz.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Tempus.

No hay mayor error que creerse en la verdad. Por muchas razones. El destino, entre otros, juega malas pasadas a los engreídos. A los que, en general, se creen superiores a otros. Debe ser que es malo tanta grandeza de espíritu y mente individuales. Además, todo es cuestión de paciencia. Si, al final del camino, nuestra verdad era LA VERDAD, el tiempo se encargará fehacientemente de mostrarlo. Bendito tiempo.

Opinar de distinta forma que quien nos replica enfrente es sano. Considerar que lo que opina el ínclito es una genuina gilipollez no es que sea insano, es que es del género tontil. Lo propio, por naturaleza o simple estadística, puede ser tan erróneo como propiamente cierto y veraz la opinión contraria. Y la base para que una opinión personal, por muy arraigada que se encuentre en nuestro soberano cuerpo, sea verdad universal es una falacia, y no posee fundamento.

Intentar amoldar, aunque sea imaginariamente, la opinión ajena a nuestro modus vivendi y comprobar que no nos sirve o convence empieza a ser inteligente. Comprender a la primera que existen otras vidas, otras mentes, tan valiosas como las de uno mismo es empezar a poder moverse por el mundo, socializar. Y volver la vista para comprobar la eficiencia del pensamiento ajeno es la supremacía. Un espacio reservado a pocos. Pocos, pocos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

No somos nadie.

No somos nadie. Frase manida. Sin embargo, es bien imprescindible. Vuelvo del verano y me encuentro con sucesos imprevistos. Un ataque al corazón, una muerte súbita. Una amiga mía con su hija adolescente luchando contra un cáncer voraz. La misma muerte de mi madre, hace ya años, tan repentina como inoportuna. Acasos que transforman la vida de uno. Un día era alegre, al día siguiente impredecible.

No somos nadie. Y si somos, aprovechamos pobremente los momentos. Que alguien analice los "te quiero" que le faltan por decir suponiendo que mañana no se encuentre en este mundo. Tropecientos, podría poner la mano en el fuego.

Y el tiempo vuela. Y no somos nadie. Carpe diem, señores. Sonreir, besar, acoger, mimar, cuidar, proteger, educar, mostrar, abrazar, querer, conversar, acompañar, acompasar, pedir perdón, perdonar. Disfrutar. Dar cariño, esa mezcla española perfecta de amistad, amor y afecto.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Imbecilidad emocional.


Una, dos, tres, más de diez. ¡Sí, sí! He vuelto a hacerlo mal. Me pregunto si los de mi alrededor también hacen las cosas mal una y otra vez. O si soy simplemente imperfecta en términos humanos.

Bien sé que se aprende de la experiencia, más de los momentos malos, que tendemos a analizarlos paso a paso, sin clemencia, hurgando en la herida impulsivamente. Pues ni con esas. Aprendo, re-aprendo, medito, convierto una máxima en algo muy personal, aparece de nuevo la ocasión y, ¡zas! "Vamos, Elena, a hacer lo mismo de siempre, eso que te da tan buenísimos resultados..."

Es entonces cuando me pregunto por los diversos tipos de inteligencia del ser humano y me planteo seriamente que carezco por completo de alguno que ha debido pasarme desapercibido. O que no fuí a clase el día que lo enseñaron. O que hay un tipo de inteligencia emocional que mi cerebro no admite.

Puede que simplemente me encienda la situación en la que me veo encajonada y quiera hacerlo mal por molestar, por fastidiarme a mí mísma. El ser humano es único en hacerse aún más daño en una situación que le desfavorece o no le gusta. ¿Por qué? Porque sí, por venganza, por manifestarse, por protestar. ¿Y a quién se ataca? Pues a uno mismo, que está muy cerquita, muy a mano.

¿Que las circunstancias vienen mal dadas? Pues a comerse dos huevos fritos, que son los que peor me sientan... Imbecilidad emocional.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Cuando termina Agosto.

¡Buenos días, mis amigos! Aquí vuelvo. Os echaba de menos.
Comienza mañana Septiembre, un nuevo curso escolar. Dejé el cole y la universidad hace ya bastantes años, pero sigo rigiéndome por el calendario colegial. Que no quiero hacerme mayor.
Septiembre marca un cambio, un inicio con buenos propósitos. Tengo tantos que me siento persona afortunada. Nada hay mejor para la existencia que los objetivos, y si son abundantes, diversos y mutables, mejor que mejor. El mejor antidoto contra la mente perversa que tiende a posar mensajes negativos, lúgubres. Este curso escolar va a ser mucho mejor que el anterior. He dicho.
Mágico Septiembre que cambia radicalmente el año. Una oportunidad para mejorar. Tirar lo desusado, renovar lo ajado, reponer, reconstruir. Reconducir hábitos. Sonreir. Reconquistar amigos, compañeros. Colocar nuevos horizontes. Componer objetivos. Creerse capaz. Ser mejor persona. Preparar la mente para hibernar. Superarse. Recomenzar. Acoplar la vida en beneficio de uno mismo y de los suyos. Pensar. Calcular. Sentir. Reconquistar amigos, compañeros, todo aquello que se ponga por delante. Teneros.

domingo, 21 de agosto de 2011

Esta es la Juventud del Papa.

Si no escribo algo sobre ésto, reviento.

Me encanta que me sorprendan a mis 44 años. Que me pillen desprevenida y que mi idea preconcebida de un Papa aburrido, dogmático, cuadriculado, se vaya al garete.

Sorprendida y encantada con la visita del Papa, que ha traído la alegría a España, ha removido a los jóvenes y a los no jóvenes y ha modernizado la imagen de El Vaticano. Me quito el sombrero y todo lo que sea menester por los mensajes que ha dejado como perlas. Mensajes duros, mensajes comprometedores y difíciles. Y al tiempo expuestos con una sencillez alucinante, como si fuera aquello coser y cantar. Transmitir la idea de que sólo se puede llegar a Cristo a través de la Iglesia y dejar esa ideita en manos de una juventud de forma que parezca liviana, fácil, transparente... tiene enorme mérito. Advertir a los seminaristas que sólo continúen si sienten verdaderamente la llamada de Dios es audaz. Visitar a los discapacitados es modernizarse. Congregar a las monjas de clausura y darles una alegría es la repera. Recordar a los profesores que están formando a personas es básico.

De la organización, la labor de los voluntarios, el entusiasmo y educación de la juventud... no hace falta comentar. Sólo hay que verlo.

No os avergoncéis.

No me avergüenzo de confesar que, a mis 44 años, he llorado al ver subir al Papa al avión de vuelta a Roma. Ya se podía quedar en España.

martes, 9 de agosto de 2011

Llegar al mar.


Parece que nunca ocurrirá, pero llegas.
Mar azul marino infinito a un lado.
Praderas de diferentes verdes, como cosidas por manos amorosas, del otro lado.
Esa sensación de espacio, el olor a mar inconfundible.
Vuelve la tranquilidad, el mayor ruido viene de las gaviotas alborotadas por una futurible presa.
La vista contempla el mar hasta el horizonte, el cielo a continuación.
Y descansa, no hay nada que ordenar visualmente en el paisaje marino.
Y las vacas asturianas, paciendo, levantando la cabeza y girándola en un gesto cansino, aprendido, con aparente curiosidad.
Comienza el veraneo, con sus cosucas absurdas.
Leyendo una novela fácil de intriga y escribiendo ésto.
Desechando un zumo de naranja en el desayuno por no ser natural.
Buscando el sol.
Largos paseos sin prisa.
Conmigo, siempre al lado, mi perrita.


jueves, 28 de julio de 2011

Lista de necesidades.

En mi tónica habitual, decidí empezar la mañana quejándome. Por si acaso. Por si caía algo, que nunca se sabe. Y un valiente amigo mío me dijo -en un arranque de locura insospechada- que qué necesitaba, con lo que he acabado comprometiéndome a hacer una lista de necesidades, al menos para su deleite, empolle y posterior ejecución de aquellas (necesidades) que le plazca otorgarme, que pueden resultar ser en número de una o ninguna. Nos movemos en esa ancha banda, pues ya nos conocemos de algo.

Puesta ávidamente a la labor de confeccionar una larguísima lista comprensiva de lo que necesito y lo que no necesito, pero quizá pase a necesitar en un futuro (siempre, por si las moscas); me puse -encantada- manos a la obra sobre documento en blanco de word. Y me encontré con problemas. A saber: lo único que de verdad quiero en esta vida es inconfesable, aunque sea un secreto a gritos para los que me conocen bien. De las otras necesidades ya confesables, pues me parecen casi todas una soberana chorrada. Listarlas y dejar constancia de ellas se me antoja una patente "gilipolluá".

Me queda sólo una cosita que necesito y que puedo plasmar tranquilamente en un documento: que mis amigos, los que me quieren de verdad, tal cual sóy, con todos, todos, todos mis defectos, sigan estando a mi lado. ¿Os ha quedado claro?

martes, 26 de julio de 2011

Maravillosa infancia.



Por fín había llegado. Siete largas horas de coche a sus espaldas. Bajó del coche y cogió aire. Contempló la casa, tan majestuosa como la recordaba. Mientras hacía un recorrido visual a los alrededores, un impertinente escalofrío pujaba por subir. Decidida a no volverse atrás, se encaminó a la puerta y abrió la cerradura con no poca dificultad. El olor, tan familiar, a madera mezclada con barro cocido hizo que diera un paso atrás. "No vas a darte media vuelta, ni en broma", se dijo.

Con gesto decidido, deshizo el paso en falso, abrió la puerta del todo y entró. Contempló la imponente escalera de nogal presidida por los tres tapices que tan bien recordaba desde pequeña. Un torrente de imágenes en desorden comenzaron a pasar por su mente, sin piedad. El caluroso recibimiento al llegar, ese bajar atropelladamente para salir al jardín, gritos, regañinas, risotadas. "Como volváis a bajar saltando los escalones de dos en dos, cobráis...", la voz de la abuela parecía estar ahí mismo, tan burlona como autoritaria.

Subió a la planta de arriba y recorrió el largo pasillo, con esos ojos que no quieren ver, hasta llegar al salón. Su mirada se encontró de bruces con el sillón. Tantas veces se había sentado en el suelo, a lado de él, acompañándole junto con el perro. Horas y horas de charla, escuchando antiguas historias. Podía recordar con nitidez a su abuelo, tan apuesto. El bigote blanco impecable, los ojos azules limpios y sabios. Y ese amor que sólo los abuelos pueden dar, desinteresado.

"Si pudiera dar marcha atrás, volvería a tener cinco años. Viviría todo mucho más despacio. Pegaría a mis sentidos todo lo de esta casa. Si pudiera vivir otra vez esa maravillosa infancia..."  Una lágrima cayó en el suelo.

Dió media vuelta y su mente empezó a ordenar mentalmente las labores de limpieza de la casa. Era hora de comenzar. Pronto llegaría el resto de la familia.

jueves, 21 de julio de 2011

Rendirse.

Coger al toro por los cuernos. Rescatar lo bueno en los malos momentos. Acompasar el trote. Respirar.

En ocasiones veo muertos. No. No te desvíes del tema. En ocasiones llega la hora de rendirse. Sacar bandera blanca, decir adiós, cerrar la puerta y abrir otra. ¿Cuál? Cualquier otra que no te deje ver la que has cerrado.

La rendición tiene algo de frustración, fracaso y cambio. Innegables ventajas, también. No todo puede ser malo, aunque pongamos todo el empeño en ello.

Los cambios son buenos en la medida que amplían la perspectiva, renuevan el aire viciado por esa tozudez tan propia de quien ha erigido su objetivo en primordial . Cambiar para coger otro camino más ancho, fácil y accesible, más apropiado al devenir del destino singular de uno mismo.

Ni que decir tiene que alejarse del objetivo ese que no se logra desenvenena el espíritu, alegra en parte el alma y los ojos descansan, tornándose ciegos de pronto frente ese objetivo interrumpido. Descansar. Dejar hacer de otro modo.

Cuando termine el año que viene, habrá llegado el momento de rendirme. Voy preparando el terreno.