jueves, 17 de noviembre de 2011

Por...

Joaquín Sorolla
Por tu mirada, que me llena. Por tus besos, que me protegen. Tus manos, a las que me pegaría. Porque eres bueno, profundamente bueno. Incluso cuando sacas el genio, eres profundamente bueno. Porque tu cara cambia cada vez que me sonries. Y tus ojos se vuelven enormemente cálidos cuando me miras con atención. Porque una suerte de imán siempre me devuelve allá donde estás tú. Porque mi cuerpo tiembla ligeramente mientras me acerco a ti. Mis ojos te buscan y mis sentidos siempre quieren estar contigo y charlar y sentir que estás cerca. Por sonsacarme sonrisas, y risas. Por todas estas razones me pareces guapo. Por mis razones. Las que deben ser, las mías.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Actitudes magistrales.


Johannes Vermeer


Arrancar una sonrisa a quien sólo quiere llorar. Dar un abrazo a quien te falla por cuarta o quinta vez. Volver a llamar a quien te ha colgado el teléfono. Tres ejemplos de actitudes magistrales.

Hoy sólo te pido que me quieras, que me quieras mucho. Y, con ese amor, que me parecerá increíble, construiré un cofre de memorias. Un cofrecito que iré llenando con un arsenal de abrazos, besos y sonrisas para darte, para entregarte cada vez que me hagas la vida imposible, me falles, me hagas llorar...

Tengo tantas ganas de verte, que creo que lo intuyes.

martes, 15 de noviembre de 2011

Apuntes de un destino amable.


La vocación de San Mateo. Caravaggio
El destino cuando es benévolo. Una sonrisa que no esperabas. Tu brazo por detrás de mi cintura. El enemigo que te apoya de pronto. Contemplar un cuadro imponente. Tus besos, suaves. Sorprender a alguien con un regalo. Hacer reir a un niño, hasta que se doble. Tu mirada, profunda. Recibir una llamada en forma de ayuda desinteresada. Un elogio repentino. Tu mano, en la mía. Charlar en torno a una chimenea. Disfrutar de un buen libro. Acercarme a ti. Recibir un premio. Que te esperen con ilusión. Tus abrazos. Estar pegada a ti. Buscarte y encontrarte. Hablar contigo. Que me beses. Que me beses. Que me beses. Ya me he ido por los cerros de Úbeda...

lunes, 14 de noviembre de 2011

Has venido.


Vendedor. Esteban Murillo

No puedo creer mi destino en los últimos cinco minutos. Has venido. ¡Has venido! Y me sonríes. Mi pulso se acelera, ligeramente, preparando a mi cuerpo para una emoción que no tenía prevista. Vive Dios que no. Me has dado la mano y has tirado de mí, en un intento fructífero de tenerme cerca. Soy fácil, y lo sabes, cuando se trata de ponerme a tu lado. Esos ojos inmensamente cálidos sobre mi cara. Probablemente mis ojos devuelvan sorpresa, franca sorpresa. ¿Cómo no? No quiero ni verme, tendrá mi mirada un incipiente temblor de emoción, seguro... ¿Qué está pasando? ¿Tú? ¿Has venido? ¿Conmigo? Y luego ese beso. Ese beso que cubre mis labios, y mi alma, y mi cuerpo. Me envuelve, me protege. Me salva del mundo. Y me pierdo, porque quiero. Perderme, desaparecer del entorno, volverme invisible. Que nadie me busque, porque no me encontrará. Y no quiero despertarme. No quiero salir del sueño en que estoy. Porque en mi sueño soy tan feliz. Porque en mi sueño estás conmigo. Y en la vida real, no.

sábado, 12 de noviembre de 2011

No necesito adornos.

No necesito adornos para decir lo que me sale del alma. Es más, prefiero que quede sólo el mensaje, que se vea junto a él todo lo que de humildad y verdad contiene. Pues las cosas de importancia han de ser expresas y enseñarse al desnudo, para que no pierdan su integridad. Cogeré aire, por si después no soy capaz de respirar. Será una declaración sincera, con pinceladas de súplica, por lo que pido que no sea burlada. "Te echo de menos, porque estás lejos y porque mis palabras recorren la distancia pero no te llegan al corazón. Te necesito en mi vida en la forma que se precise para que el universo esté cómodo. Sonríeme. Acógeme. No me dejes caer. Quédate conmigo."

viernes, 11 de noviembre de 2011

Un día gris.

Las hijas de la familia Boit. John Singer Sargent

Te quiero. Te quiero no sólo con mi alma. Con mis manos, mis ojos, mis brazos. Y con aquel elemento tonto que funciona sin intelecto alguno, llamado corazón. Te idolatro, te admiro en muchas ocasiones. Te sitúo un día sí y otro también en el pedestal ese que no tiene ningún sentido, pero que hace lo que los ingleses llaman "rule the world".
Hoy ha amanecido gris, tremendamente gris. Tu abrazo largo, profundamente cariñoso. Ese que ayer me hacía sentirme la mujer más afortunada... ya no sirve. Tus besos suaves, protectores, abismalmente bonitos... ya no los siento como tal. ¿Qué ha cambiado? ¿Me lo preguntas? Pues... que ayer el mando de la tele salió volando por los aires, se estampó contra mi cuadro preferido. Y me pegaste. Ni fuerte, ni flojo. No hay distinción. Me pegaste ayer. Y hoy nada puede ser lo mismo.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Divagando en torno a una comida.


Madre e hijo. Van Dyck


Y mi amor por ti perdura. Siempre te quiero. Busco los vericuetos, intercepto las señales, amaso las oportunidades. Me arrastro cuando no me ves. Sueño con ese mundo mejor en el que todo está en su lugar. Voy al mismo paso que tú, pero no te lo hago notar. El querer otorga una sabiduría finísima que permite hacer esos movimientos intangibles, inertes, suaves. Si aprovecho mi alacena de imaginación, te encuentro en el lugar perfecto y te abrazo. La vida es un hatillo de momentos de insólita ventura que acumulamos en un afán por cerrar el círculo y protegerlo de los intrusos. Te busco, mucho más a menudo de lo que puedas creer, recolecto los momentos. Una sonrisa. Esa risotada. La sorpresa de dos palabras que no esperabas. Si pudieras ver mi álbum de vivencias... Qué más dará dónde te lleve a comer, lo importante es que estarás allí, conmigo.