Bien sé que se aprende de la experiencia, más de los momentos malos, que tendemos a analizarlos paso a paso, sin clemencia, hurgando en la herida impulsivamente. Pues ni con esas. Aprendo, re-aprendo, medito, convierto una máxima en algo muy personal, aparece de nuevo la ocasión y, ¡zas! "Vamos, Elena, a hacer lo mismo de siempre, eso que te da tan buenísimos resultados..."
Es entonces cuando me pregunto por los diversos tipos de inteligencia del ser humano y me planteo seriamente que carezco por completo de alguno que ha debido pasarme desapercibido. O que no fuí a clase el día que lo enseñaron. O que hay un tipo de inteligencia emocional que mi cerebro no admite.
Puede que simplemente me encienda la situación en la que me veo encajonada y quiera hacerlo mal por molestar, por fastidiarme a mí mísma. El ser humano es único en hacerse aún más daño en una situación que le desfavorece o no le gusta. ¿Por qué? Porque sí, por venganza, por manifestarse, por protestar. ¿Y a quién se ataca? Pues a uno mismo, que está muy cerquita, muy a mano.
¿Que las circunstancias vienen mal dadas? Pues a comerse dos huevos fritos, que son los que peor me sientan... Imbecilidad emocional.
Pues no estoy nada de acuerdo, ¿tu no sabes que el ser humano es el único que tropieza n veces? Y sabes que en este caso n es igual al numero de gilipollas que te encuentras en el camino, por lo que ese número de n personas son los imbeciles emocionales!!
ResponderEliminarEspero que te haya quedado claro :)