lunes, 27 de junio de 2011

Ya me había acostumbrado.



Ya me había acostumbrado a tu lugar. 
Sin alardes. Tan reconfortante.
Donde llegas y eres recibido con calidez. 
Por Dios que en algún punto de mi existencia comprendí que estos simples lugares me darían la vida. 
¿Para qué? Para vivir decentemente con un hatillo de afectos. 
Y los amoldé a mi vida y bauticé como sagrados.
Probablemente algo he hecho mal.
Ahora no quiero entenderlo. 
No quiero saber cómo funcionó el mecanismo de dar para luego quitar. 
Ofrecer para luego no dar. 
Sonreir para luego escapar, no sé de qué.
Toca recuperar aliento y sonrisa, que se quedó en algún estante de aquel precioso lugar.

4 comentarios:

  1. Todo es muy complicado. Respira fuerte, y coge fuerzas, lo comprenderas aunque no lo llegues a entender; en eso consiste hay que seguir. Bss

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  3. Si existiera compartir, no haría falta escribir esto, seguramente. ¿O no?

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