Pues sí, señores, he ido a votar. A ejercer ese maravilloso derecho que nos legó la democracia. Aunque mi voto cuente tan poquísimo.
Es más, he ido a votar y me he acordado de mi madre. De lo orgullosa que iba a votar en cada elección, junto a su marido, que votaba a partido distinto y al que admiraba, por encima de todo. Y no puedo dejar de tener la sensación de que votar es un derecho y un privilegio. Y que los partidos políticos con experiencia, con historia, son los que quiero que me gobiernen. Hemos salido del estigma de país subdesarrollado y eso hay que mantenerlo, por encima de todo. Hasta somos el quinto país europeo.
He votado, he sentido la tristeza de no tener madre, y me he sentido responsable del sostenimiento de España.
Para qué quiero más, presidía la mesa electoral un amigo mío que me ha dado dos besos.
Un derecho que nunca deberíamos olvidarlo, durante mucho tiempo fue un privilegio que nuestros mayores solo soñaron. Bien por tí!
ResponderEliminarParece que hubiera escrito yo esta entrada... ¡Cómo te entiendeo!
ResponderEliminarBesos mil.
Rubia, cada día te admiro +
ResponderEliminarElena muchas personas nos identificamos con tu sentimiento a la hora de votar, creemos que nuestros votos son insignificates, pero como ves todos los votos a la vez hablan "una grano no hace granero pero ayuda a su compañero"
ResponderEliminarsaludos. Me gusta tu blog.
@FlorManchega