domingo, 6 de noviembre de 2011

Infinitos los caminos del apego.

John Singer Sargent


Infinitos son los caminos del apego. Intrincados y contundentes. Se revuelven contra uno mismo a la mínima señal de contienda o altanería. Por ello... te confieso que te daría mi mano sin que me la pidieras. Para que la retuvieras un poco más de un segundo. Te regalaría mi mirada más cálida si el destino fuera un poco amable. Pero, sobre todo, me acercaría a ti, para poner a cobijo mi alma, para sentir tu abrazo y distinguir ese retazo de cariño que mora en algún lugar de tus besos. Me dejaría llevar. Para, por un momento larguísimo, poder cerrar los ojos y no sentir más que paz. Y sentirte a ti. Para descansar del mundo y estar contigo. Desoir el orden de la lógica y rendirme ante mi sueño de gloria. Reponer el espíritu y reanimar mis manos. Tenerte cerca.





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