Hoy me han recordado que lo esencial es invisible a los ojos. Me gusta tantísimo el mensajero como el mensaje.
En el reino de nada es lo que parece todo, todo, es posible. Más si el comienzo es inimaginativo, un laberinto de una única alternativa. Allá donde el negro se torna gris y el blanco se convierte en beige es un lugar tan inseguro que no se prefiere.
Hasta que hay que entregarlas de verdad, no se escatiman las bellas intenciones. Quedan retratados entonces los ademanes torpes, cuajados de ese miedo pertinaz a un devenir imprevisible de acontecimientos. Y se ahonda en el miedo. Y se borra todo. Como si al no dejar rastro se diluyera la culpa y desapareciera el peligro. Es esa acción propicia que inutiliza la propia voluntad, mina el ánimo, impide cualquier otro propósito.
Reinventaría muchas de estas majaderías.
Me han recordado que lo esencial es invisible a los ojos. Y el afecto puede con todo siempre.
Por eso mis ojos siempre están tan abiertos, no quiero perderme nada! :)
ResponderEliminarGracias elena
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